El poder de la palabra -característica exlusivamente humana- es infinito.
Si bien todos sabemos que en los momentos plenos de sexo desenfrenado, uno es casi un animal irracional, la intrusión de la palabra puede subir o bajar el momento.
Con lo cual, que en ese momento de alta escalada pronuncies el dubitativo
"¿llegaste?"
el único efecto que vas a lograr, es similar al de tirarme barranca abajo de la montaña (sin escalas)